Si bien es cierto que el sector de la banca se enfrenta a retos de seguridad, desigualdad en el acceso a servicios, baja educación financiera y una estructura tradicional que con frecuencia limita la comprensión de nuevas lógicas por parte de los usuarios, cada vez son más los interesados en optimizar las Fintech y la banca móvil en Latinoamérica.
De acuerdo con informes de GSMA, las remesas internacionales, provenientes de dinero móvil, han aportado el 52% de crecimiento al volumen de transacciones por segundo año consecutivo en América Latina, y en países como Reino unido se estima que para el año 2025 se alcance una inversión próxima a los 30.000 millones de euros. Algunos expertos afirman que las fintech seguirán cobrando importancia en procesos rápidos e instantáneos, mientras que los bancos tradicionales estarán involucrados en transacciones que requieran el respaldo de una entidad tradicional.
En el caso de Brasil, por ejemplo, se vienen estimulando políticas que impulsan modelos de dinero digital e inclusión financiera. En México, aunque solo un 39% de la comunidad tiene acceso a servicios financieros básicos, su población tiene una edad promedio de 28 años que posibilita una mejor integración con sistemas tecnológicos enfocados en pagos digitales y colectivos crowfounding.
Colombia, por su parte, cuenta con un panorama en el que el 76% de la población carece de ahorros y persisten rasgos de exclusión social provocada por grandes entidades. Sin embargo, en los últimos años han nacido más de 70 startups relacionadas con el sector financiero.
Los emprendimientos con mayor acogida en el mercado son aquellos relacionados con pagos y remesas, préstamos online, gestión financiera corporativa y soluciones para mejorar los servicios financieros en el entorno de la seguridad.
DataiFX.com, PayU y Aflore son solo algunos ejemplos de una creciente lista de proyectos que le apuestan a la tecnología transaccional. Esta última ha tenido especial acogida pues funciona como un consejero que brinda ayuda a su comunidad para gestionar cuentas, finanzas personales y convierte el servicio en una actividad social; a la fecha cuenta con más de 700 consejeros y 1.000 créditos concedidos.
El experto Alan Colmenares sostiene que pese a los obstáculos regulatorios y legales que puedan tener las fintech en Latinoamérica, la calidad de los emprendedores y de sus ideas lleva a la región a ser lo suficientemente competitiva. Un ejemplo de ello es Mimoni catalogado como el «mayor prestamista de consumo a corto plazo en línea» para los no bancarizados. Este modelo creó un proceso de estadística que predice de forma instantánea el riesgo crediticio para el 60% de la población latinoamericana y de esta forma gestionar pequeños préstamos en periodos de tiempo cortos.
CompraOnline, Khipu y Ruvix son solo algunos ejemplos de proyectos especializados en pagos, asesoría en línea y productos financieros que posicionan el papel de las fintech locales en el sector financiero latinoamericano.